Senna en el GP de San Marino (1994) |
No se puede o por lo menos yo no soy capaz de hablar de
motor a principios del mes de mayo sin caer, como todos los años, como todos
los periódicos, como todas las revistas, como todas las televisiones, como
todas las redes sociales… en el recuerdo del accidente que se llevó para
siempre a un mito de la fórmula 1 como Senna. O quizá fue eso precisamente lo
que le convirtió en el mito que admiramos, en algunos casos hasta la
veneración.
Senna no fue un personaje sin aristas. Como todos los
grandes pilotos solo quería ganar. Aguanta un poco más, no pases página a pesar
de la afirmación de perogrullo. Suya es la frase de que “el segundo es el
primero de los perdedores”. Lo digo porque quizá a veces se caiga en la
tentación de obviar que esta actitud también tiene un lado oscuro. Querer ganar
siempre te lleva a tensiones con tus compañeros de equipo, con otros pilotos,
con la organización, episodios difíciles de entender por parte del público y
otras pequeñas “minucias”. ¿Os suena? Quizá la actualidad sea más parecida a la
historia de lo que pueda parecernos.
Su carrera memorable en Mónaco 84, la confirmación el año
siguiente en Estoril y Spa, siempre con el agua como invitado a la fiesta, son
momentos impresionantes desde el punto de vista deportivo. Sus duelos con
Prost, Michael, Mansell, Lauda, … nos dejan imágenes del brasileño
enfrentándose con los mejores. Otra coincidencia con el actual campeonato donde
disfrutamos de cuatro campeones del mundo en la parrilla.
Quizá menos conocidos fueron sus esfuerzos para incrementar
la seguridad de los pilotos. Preocupación que no terminaba en los despachos. El
día que fue recibido en el Olimpo no coincide con ninguna de sus victorias, con
ninguno de estos duelos. Ese día es el 28 de agosto de 1992. Entonces ya era
tricampeón del mundo pero su McLaren-Honda tenía problemas para alcanzar las
estratosféricas prestaciones del Williams basadas en desarrollos propios que
tenían su más clara plasmación en la suspensión activa. Hummm, ¿más
coincidencias?
Estamos en Spa, de las once carreras anteriores, el
británico Mansell se había subido en ocho al primer puesto del cajón, dejando a
Senna este honor en las tres ocasiones restantes. En la sesión de calificación
del viernes, Éric Comas sufre un accidente con su Ligier, quedando inconsciente
en mitad de la pista con el acelerador accionado y sin la refrigeración
necesaria para evitar un seguro incendio de su monoplaza. Senna es el primer
piloto en llegar al lugar del accidente y sin dudarlo, detiene su monoplaza y
corre a socorrer al francés. Cortar el motor y mantener la cabeza de Comas en
una postura que le permitiese seguir respirando fue su reacción. Comas declaró
posteriormente “Es muy posible que Ayrton me salvara la vida en ese momento”.
Apenas dos años después, el propio Comas tuvo que
enfrentarse al accidente de Senna en el GP de San Marino. Volvió a boxes y no
participó en la prueba cuando se reanudó la carrera. Al final de la temporada
se retiró de la fórmula 1. Ese fin de semana Barrichello tuvo un brutal
accidente el viernes que se saldó milagrosamente con unos huesos rotos y
magulladuras. El sábado, la curva Villeneuve
se quedó para siempre con el austríaco Roland Ratzenberger. La salida del
domingo también estuvo marcada por otro accidente al quedar parado el Benetton
de Lehto que Pedro Lamy no pudo esquivar y cuyos restos alcanzaron las
tribunas, hiriendo incluso a espectadores. El coche de seguridad neutralizó la
carrera y apenas dos vueltas después de su relanzamiento, la cámara subjetiva
de Michael Schumacher, perseguidor de Senna, recogía el impresionante recto de
Ayrton en Tamburello.
En el hospital al que lo trasladaron ya sin vida,
encontraron una bandera austríaca que Senna pretendía hondear seguramente en
caso de haber ganado el gran premio. Era su homenaje a Ratzenberger. Ese día
entró en el Salón de los Mitos pero para mí ya estaba en el Olimpo desde dos
años antes, cuando paró para correr hasta Éric Comas.
Fue el último piloto fallecido en la categoría reina. De
aquello han pasado ya diecinueve años y nunca antes, ni siquiera en 1986,
también en mayo, concretamente el día 2, cuando también perdieron la vida Henri
Toivonen y su copiloto Sergio Cresto en el Tour de Corse pilotando el Lancia
S4, tras salirse en el tramo “Corte Taverna”, en la zona acantilada y sufrir la
explosión del depósito de gasolina, accidente que le dio el golpe de gracia al
Grupo B, un piloto había recibido honores de jefe de estado en su funeral.
Quizá porque solo están reservados a los que van al Olimpo.
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