sábado, 22 de enero de 2011

La Ruta 66

En nuestra juventud creamos ciertos ídolos que poco a poco el tiempo se encarga, si no de destruir, si de cumplir, que en algunos casos, son sinónimos.
El tiempo me ha permitido ir cumpliendo algunos y ese mismo maldito tiempo, me impedirá repetir otros, que se cumplieron cuando mi edad lo exigía y que no podrán repetirse porque yo no volveré a tener veinte años.
Uno de ellos era recorrer la Ruta 66. Atravesar EEUU de costa a costa a bordo de un Cadillac descapotable. Ese maldito compañero, el tiempo, ha vuelto a rescatar de mi memoria este proyecto, con la diferencia de que ahora no puedes escaparte de él. Ahora los proyectos se rescatan para cumplirlos.
Cuando llegan a tí, estos propósitos suelen tener más componente de aventura que cuando puedes materializarlos, que se embadurnan de preparación, documentación, cifras, agenda, ...
Creo que ha llegado el momento de ponerle fecha.
El objetivo es realizarlo en el 2012, solo o en compañía de otros.
Quizá ya no sea un Cadillac, intentaré que sea un Mustang, pero sobre todo, intentaré que sea el próximo año.
Brevemente, la Ruta 66 ya no es una gran desconocida para mí. Ahora sé que posiblemente representa las corrientes migratorias de la costa este hacia la oeste, en busca de oro, tierras, riqueza, ... en definitiva, la tierra prometida. Que éstas volvieron a repetirse en los años 30, ya utilizando esta ruta federal, construida en 1.926, señalizada el año siguiente que no estuvo totalmente pavimentada hasta 1.938
Ahora sé que cada vez es más necesaria una correcta documentación para transcurrir por los tramos que todavía están disponibles ya que el trazado original ha sido poco a poco "digerido" por las interestatales.
Pero sobre todo sé que cuando aterrice en el aeropuerto de Chicago, sólo me separarán 3.939 kms. (tras atravesar Chicago, Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California) para derribar otro mito.


domingo, 16 de enero de 2011

Obsolescencia planificada

Durante años me he sentido un poco perteneciente a una casta apestada. De esos que se dedican a la publicidad (lo del marketing todavía era un concepto no popularizado).
En menor medida, debe ser algo así como declararte piloto (y del Sepla) o controlador aéreo en momentos conflictivos.
En nuestro caso, se nos responsabilizaba del consumismo desmesurado, de la caducidad de los productos, de la generación de modas efímeras, ...
Ahora empiezo a sentirme más como un engranaje de una maquinaria mayor, un peón más o menos cualificado y audaz de una partida en la que nosotros sólo conocíamos (y creíamos) una parte y en la mayoría de los casos, envuelta en bondad, modernidad y desarrollo.
Hace poco disfruté de un reportaje en La 2 (es verdad, hay gente que los ve) que ha tenido cierta repercusión. En el mismo se afirmaba sin paliativos, que los publicistas e ingenieros tan sólo obedecían al criterio de los grandes economistas-industriales (la misma casta que ahora pugna por explicarnos, siempre a posteriori, por qué hemos llegado a este charco y por qué, de nuevo a toro pasado, nuestros esfuerzos por salir de ahí son vanos) que luchaban en pro del desarrollo económico mundial.
Como tengo la impresión de que, como en la fábula, "un escorpión siempre será un escorpión", mi análisis será siempre parcial, desde el punto de vista de alguien dedicado a la comunicación y comercialización, mis dudas se centran en qué pasará con nuestros recuerdos.
¿La excesiva velocidad en la caducidad de los productos nos llevará a que no ocupen ninguna posición en nuestra mente?
¿Nos convertiremos en amnésicos del consumo?
¿Desaparecerán las olas de nostálgicos?
¿Olvidaremos lo que es el vintage?