Alonso en la jornada de entrenos libres del GP Europa 2012 |
Cuando el futbol era en blanco y negro, los equipos sumaban cero, uno o dos puntos, en función de si perdían, empataban o ganaban un partido. Además se añadían positivos o negativos si el empate o derrota se producía jugando como equipo local o visitante.
Se manejaba el factor campo como un elemento que favorecía siempre a quien jugaba en su estadio y este factor corrector era de aplicación universal. Daba igual el potencial del equipo que jugaba como local, a éste se le imputaba cierta ventaja. Lo que viene a ser un decreto más que una estadística. A la vista de los dos últimos años, quizá haya que rescatar el sistema para la fórmula 1.
La temporada pasada, el GP de Europa se celebró en el circuito urbano de Valencia. Se trataba de la quinta ocasión en la que el puerto valenciano acogía este gran premio. La jornada de entrenamientos libres del viernes no presagiaba ni el desastre del sábado ni la épica del domingo. En las ediciones anteriores, desde el 2008, el ganador había sido siempre el poleman, a excepción de la edición del 2009 en la que Barrichello lo hizo saliendo desde la tercera posición de la parrilla.
El resultado de los entrenamientos oficiales dejaban a un Alonso herido en la décimo primera posición detrás de, entre otros, cuatro campeones del mundo, Vettel, Hamilton, Kimi y Button. No sé si estaba así previsto o el presidente de Ferrari, Luca di Montezemolo colocó su entrada en la reventa a bajo precio y no asistió a la carrera. El caso es que como este fin de semana, tuvo que felicitar a Alonso por teléfono. Estadísticamente era imposible y quizá por eso se logró, porque no había nada que perder, porque el enemigo era “solo” la probabilidad. Alonso ganó con autoridad, cogió la bandera, se emocionó, paró el coche antes de llegar al paddock para rendir un homenaje a la afición y nos hizo vibrar a todos. Solo cuarenta y ocho horas antes había tenido la ocasión de conocerle, a salto de mata, entre reuniones con ingenieros y estudio de datos, telemetrías, tiempos, … números, nada más que números. Los mismos que derrumbaría horas después.
El pasado fin de semana lo ha vuelto a hacer. Bueno él y Montezemolo. El italiano ha vuelto a tener que felicitar al ganador por teléfono. Quizá éste volvió a cometer el mismo error, creerse las estadísticas, pensar que hasta ese momento, desde 1991, año en el que Cataluña coge el relevo de Jerez, nadie había ganado saliendo de una posición más retrasada de la tercera.
Pero claro, no manejaba todos los datos. No sabía que el Gran Premio de España cumplía cien años. Que el primer ganador en 1913 fue el también español Carlos de Salamanca, con Rolls Royce, en la carretera abierta entre Madrid y Valladolid. Que jugaba en casa, que estaba delante de su afición, que había que celebrar el centenario, que Carlos merecía un homenaje, que solo él se lo podía ofrecer. No había ningún español en las primeras tres posiciones, así que solo tenía en contra la estadística, pero ésta nunca sube a los monoplazas. Se queda en el box, apunta cosas, detalles nimios, los que valen en un box, pero que como las tapias, su fin último es saltarlas. Esa es su parte lúdica.
El domingo cambiaron cosas frente a la carrera valenciana, pero pocas. Alonso no esperó al final de la carrera, salió antes a dar las gracias a la afición, a agradecerles la ventaja del “factor campo”… y ya está. Lo demás fue bastante parecido. Salida espectacular asumiendo riesgos, una gran carrera, una victoria, bandera, agradecimiento a la afición desde el podio y emoción, mucha emoción. La misma que debió de sentir Montezemolo cuando felicitó, esta es otra de las diferencias, a sus dos pilotos, también por teléfono.
Y ahora es cuando no sé si pedir a Fernando que dentro de una semana se sienta en Mónaco como si corriera en casa o pedirle a Montezemolo que siga la carrera por televisión, pero con el móvil cerca.
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