Se cumplen 30 años del mundial de España, de Naranjito, esa mascota tan criticada que ha resultado ser un mito inolvidable tantos años después.
Desde el punto de vista de la publicidad, hemos pasado de una comunicación totalmente insípida a disfrutar cada dos años (Eurocopa y Mundial) de ciudades llenas de banderas orgullosas y de comunicación épica y triunfalista.
Ya casi nadie recuerda el tono de los anuncios de refrescos del verano del 82 con nuestra selección de protagonista:
¡Y cómo no! Si desde mi punto de vista hubo un jugador mítico en aquella selección, que hoy tiene un gran discípulo, fue Luis Miguel Arconada, que por supuesto tuvo su propio espacio con Coca Cola:
Hasta la música ha cambiado. De tonos de "sufrimiento compartido" a bandas sonoras de superproducciones. En el año 2006 la melodía era más premonitoria que ilusionante:
¡Cómo hemos cambiado! Nuestra selección ha pasado de protagonizar los chistes del "Jugamos como nunca y perdimos como siempre", a ser pieza angular de ese orgullo hispano que llevamos cuatro años paseando con el lema de "Soy español, ¿a qué quieres que te gane?"
Y la comunicación de las marcas no ha sido ajena a este espíritu, al contrario, contribuyen enormemente a sabiendas de que si un país puede lamerse sus heridas, incluso económicas, en un entorno emocional favorable, las marcas y el consumo pueden ser las grandes beneficiadas.
En 2008 llegó la magia de la selección, los homenajes, los reconocimientos, el marchamo de campeones:
La comunicación épica lleva acompañándonos desde la Eurocopa 2008 y ya sin tapujos ni miedos a un éxito efímero, desde el Mundial Surafricano de 2010:
Ya ni la crisis puede con el espíritu de le selección. Mahou retrata a la generación que se enfrenta con dureza a la crisis, que botaba con Dire Straits y que sufrió con la selección para hacer un cocktail de orgullo:
Coca Cola no ha detenido su "fábrica de la felicidad" para buscar el lado positivo de la vida:
Por tener, tenemos ya hasta himno (a falta del nacional) para cantar:
Y por si la euforia es excesiva, parece lógico pensar que a pesar de las apuestas el triplete se presenta difícil, Adidas nos recuerda que para ganar, no hay que confiar demasiado en la estrella de la camiseta:
En todo caso, un poco de orgullo patrio, dure lo que dure, no puede venirnos mal. Y si llegásemos a la final contra Alemania... seguro que no tendrían quién les rescatase.
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