La efeméride coincide con el número del diablo. Y no es para menos.
Si terrible y sanguinaria fue la actuación de Japón durante la Segunda Guerra Mundial y sus años previos, con la agresión sobre China con fines imperialistas y objetivos puramente económicos, no fue menos terrible la respuesta americana.
Los japoneses atacaron Pearl Harbour cuando sus enviados diplomáticos seguían negociando en suelo americano. Cinco años después, lo americanos también emitieron un comunicado dentro de los acuerdos aliados de la Conferencia de Postdam (17 julio-2 agosto 1.945), en los que exigían la rendición incondicional de Japón, para salvar las apariencias.
Era todo comedia.
Harry Truman había decidido vengar la humillación que sufrió su predecesor, Roosevelt.
Sólo cuatro días después se producía el primer ataque nuclear de la historia sobre Hiroshima.
En 1.939, Albert Einstein hace partícipe al presidente Roosevelt de los trabajos de Enrico Fermi y Leó Szilárd sobre el uranio como fuente de energía válido para el desarrollo de nuevas bombas.
A partir de aquí, un rosario de macabros nombres acabarían provocando la muerte de entre 120.000-140.000 personas. Hubiese dado igual, pero éstos fueron mayoritariamente civiles, además de 300.000 heridos. En 1.945, la población estimada de la ciudad era de 400.000 habitantes.
Estados Unidos, Reino Unido y Canadá diseñaron y fabricaron las primeras bombas dentro del llamado "Proyecto Manhattan" bajo la dirección de Robert Oppenheimer, físico americano, cuyo devastador éxito se confirmó en la macabra demostración de una de sus creaciones ("Prueba Trinity"), donde se comprobó los devastadores efectos de una bomba de similares características a la que se usaría días después sobre Nagasaki.
A las 8:15H locales, el bombardero B-29 "Enola Gay" (nombre de la madre del piloto y comandante del aparato) arroja la primera bomba atómica "Little Boy". Apenas 55 segundos después la destrucción se apodera de la ciudad.
Hiroshima antes de la explosión:
Hiroshima después de la explosión:
Inmeditamente después, algunos de los protagonistas comenzaban a ser conscientes de la magnitud del ataque:
- El capitan Robert Lewis, copiloto del bombardero, comentó: «Dios mío ¿Qué hemos hecho?».
- Bob Caron, artillero de cola del Enola Gay describió así la escena:
«Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de anchura y unos ochocientos de altura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de aviación».
Bob Caron, artillero de cola/fotógrafo del Enola Gay
(Fuente: Wikipedia)
El pueblo japonés apenas era consciente de lo que había ocurrido cuando Truman confirmaba dieciséis horas después el uso de una bomba atómica.
66 años después, Japón ha vuelto a sufrir las consecuencias de la energía nuclear. Esta vez no ha sido un ataque premeditado pero las imprevisibles consecuencias del accidente nos (me) obligan a plantearnos si los beneficios merecen la pena.
Hasta los reyes de la guerra han sido cautos y tras las fechas fatídicas del 6 y 9 de agosto de 1.945 nadie ha encontrado afortunadamente un motivo de suficiente peso para abrir la verdadera caja de los truenos.
Hoy, el "Memorial de la Paz de Hiroshima", clasificado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, que muestra la cúpula de Genbaku, símbolo de la ciudad, me parece el monumento más bello del mundo.
Mientras haya gente dispuesta a cruzarse el mundo con la esperanza de encontar a alguien "esperando con mocos, lágrimas y coletitas por hacer", hay esperanza.
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