domingo, 24 de abril de 2011

La formación en tiempos de crisis

En plena crisis de los años 90 la generación de jóvenes con veinti pocos años teníamos dos opciones. Aguantar el chaparrón guarnecidos en el paraguas de la Universidad, completando una carrera para satisfacer las ambiciones de la generación de nuestros padres, que no habían podido hacerlo, o enfrentarnos con un mundo laboral verdaderamente complejo.
Reconozco que fui de los segundos, aunque nunca pensé que tenía los conocimientos necesarios para hacerlo. Por eso, nunca renuncié a la verdera formación continua.
A lo largo de estos años, nunca han pasado más de seis meses sin estar involucrado en el algún tipo de curso de formación, de mayor o menor enjundia. En ese tiempo, mi papel en el grupo ha pasado de ser junior, a acercarme peligrosamente al de "abuelo" del curso.
Hace pocos meses y en medio de la ola de los Social Media, participé en un curso intenso de tres días.  Como era de esperar en una temática tan actual, la juventud de la mayor parte de los participantes era insultante. Por contra, la mínima presencia de participantes con capacidad de decisión en las empresas es francamente preocupante.
Pero lo que más me llama la atención es la verdadera disociación entre las dos generaciones empresariales.
Por un lado los equipos cargados de experiencia y que han vivido (que no resuelto) situaciones, quizá no tan complejas como la actual, de crisis anteriores y por otro, una generación que ha nacido en la vida laboral y/o empresarial en este complicado marco.
Estar en contacto profesional con jóvenes formados (que no licenciados en muchas ocasiones), sin miedo a enfrentarse a auditorios, porque dominan el tema a tratar, si no bilingues, sí absolutamente exentos de complejos a la hora bucear en otro idioma. Y lo que es más admirable, deseosos de disponer de recursos para salir al mundo a ver, aprender, copiar, mejorar, ... ya sea en Nueva York, Londres, Lisboa o cualquier otro punto en el que sientan que pueden obtener información, recursos, sensaciones...
Cuando abro mi facebook y leo a mis sobrinos en inglés, alemán o español, siento una intensa envidia (si es intensa, no puede ser sana) y me preocupa nuestra incapacidad de integración de estas dos generaciones.
Seguimos expulsando del mercado laboral a una generación con experiencia, que quizá ha ido perdiendo ilusión y dejaremos a una, cargada de ilusión y conocimientos específicos, que sufrirán para aprender a generar lo que los senior llevan a sus espaldas durante años, defender modelos de negocio rentables.
No hace mucho, leí una de las frases que ningún gurú quiere hacer suya, pero que debería ser uno de nuestros mandamientos: Los buenos negocios no necesitan ser innovadores.
Y creo que necesitamos de muchos buenos negocios (empresas que tienen modelo, satisfacen necesidades, son rentables y generan empleo) para que la innovación tenga su caldo de cultivo.
De lo contrario, en una sociedad empresarial sin "expertise", en búsqueda de la innovación por la innovación, estaremos alimentando a un montón de voluntariosos que, sin saberlo, soplan sin parar una burbuja que más pronto que tarde, también explotará.

De nuevo, parece que volvemos a vivir una situación parecida a la que Renault resumió en un spot que se ha convertido ya en un clásico. Sólo destacar que el final feliz no es el desplazamiento de una generación por otra, sino su integración a través de una formación que no se genera por el simple transcurrir del tiempo. Este parámetro, en cambio, sí dotará de experiencia a la que tomará el relevo, algo más tarde de lo que les gustaría, por el bien de todos.


Algunas empresas que cayeron en la burbuja de las puntocom

Empresas americanas que desaparecieron con la burbuja de internet

No hay comentarios:

Publicar un comentario